Instrucciones para mujeres y niñas chinas (Nǚ jiè 女誡) es una antigua guía china para cultivar las virtudes femeninas tradicionales. Escrito por la erudita Ban Zhao (班昭), abordó la necesidad de que las niñas fueran educadas en virtudes y rápidamente se convirtió en una referencia duradera para criar hijas en China durante muchas dinastías posteriores. Esta serie se centra en las virtudes de las mujeres tradicionales y su papel en la armonización de la familia y la sociedad.
Viene de: Preceptos para mujeres de Ban Zhao – Parte III: Sobre ser una esposa devota
Además de la virtud adecuada, el habla adecuada y el porte adecuado; la laboriosidad era una de las cuatro cualidades que todas las mujeres chinas aspiraban a cultivar en la antigüedad. Siguiendo las leyes naturales del yin y el yang, las mujeres generalmente se ocupaban de los asuntos internos de la familia, asegurándose de que el esposo, los hijos y los ancianos tuvieran todas sus necesidades básicas satisfechas.
Para cumplir con este rol, las mujeres aprendieron a cocinar, limpiar, coser y tejer desde temprana edad. En el proceso de desarrollar estas habilidades, las mujeres también mejoraron su carácter aprendiendo a ser ahorrativas, ordenadas y puntillosas.
Nutriendo a la familia
Hay un dicho chino que dice: “El trabajo de todo el año depende de un buen comienzo en la primavera”. En su guía, Ban Zhao equiparó el importante trabajo preliminar de la primavera con las primeras horas de la mañana, cuando se planificaba y se moldeaba cada día. Así, exhortó a las mujeres a levantarse con el sol y abordar las tareas más importantes en el momento oportuno.
Cuando cantaba el gallo, una dama diligente se levantaba, se vestía con pulcritud, se lavaba la cara, se peinaba y se dirigía a la cocina, donde comenzaba a preparar las comidas del día. Observaba una estricta etiqueta en la preparación de los alimentos, cuidando cada etapa del proceso para garantizar no sólo comidas sanas y agradables, sino también la corrección con la que se manipulaban los alimentos.

Tres comidas conformarían el menú diario, ninguna de ellas servida demasiado temprano o demasiado tarde. Mientras cocinaba, la esposa no probaba muestras casualmente, ya que era apropiado esperar hasta que la comida estuviera completamente preparada y el esposo se uniera a la comida, antes de dar el primer bocado.
Proporcionar ropa adecuada
Las mujeres de la antigua China aprendieron tempranamente a hacer seda y algodón. La producción de estas fibras naturales, junto con su hábil costura y tejido, permitía a las mujeres vestir a sus familias y mantener sus prendas en buen estado.
“Con devoción incondicional a coser y tejer, no amar los chismes y las risas tontas, con limpieza y orden preparar el vino y la comida para servir a los invitados pueden llamarse las características del trabajo femenino”.
Ban Zhao, Instrucciones para mujeres y niñas chinas
Hacer seda era un proceso minucioso que requería paciencia y cuidado diligente. El toque delicado y la atención meticulosa de una mujer sin duda facilitaron el proceso.
La tarea consistía en criar gusanos de seda y recolectar hojas de morera para alimentarlos hasta tejer sus preciados capullos de seda. Una dama atenta protegería a los gusanos del viento y la lluvia, manteniéndolos en un espacio limpio y asegurándose de no amontonarlos.

Mantener la casa limpia y brillante
El porte y la limpieza de una mujer no solo se reflejaban en su apariencia, sino también en la pulcritud de su hogar. En la antigua China, las mujeres aprendían a barrer, limpiar y lavar desde muy pequeñas; para que cuando se casaran, pudieran asegurar un ambiente bien cuidado y cómodo para sus familias.
La pulcritud de una dama se notaba en los más mínimos detalles, como la limpieza de los utensilios de cocina y la impecable disposición de los platos sobre la mesa. Si cualquier área de la casa se desordenara o se ensuciara accidentalmente, una mujer diligente no pospondría su deber, sino que se ocuparía de él con prontitud.
“Que una mujer se acueste tarde, pero levántese temprano para sus deberes; que no tema las tareas de día o de noche. Que no se niegue a realizar tareas domésticas, ya sean fáciles o difíciles. Lo que debe hacerse, que lo termine completa, ordenada y sistemáticamente. Cuando una mujer sigue reglas como estas, entonces puede decirse que es trabajadora”.
Ban Zhao, Instrucciones para mujeres y niñas chinas
La importancia de la industria
Las mujeres también aprendieron a almacenar y administrar los alimentos para que la familia tuviera suficientes suministros no solo para el día a día, sino también para los invitados durante las fiestas y festivales. Una señora diligente guardaba las provisiones de la familia en recipientes limpios y tenía cuidado de no desperdiciar la comida.
Ya sea que la familia disfrutara de una gran riqueza o viviera en la pobreza, una mujer trabajadora usaba su sabiduría para preparar comidas saludables pero modestas. Esta actitud humilde se basó en la creencia china de que una gran riqueza es un regalo del cielo y que las tribulaciones, incluidas las dificultades financieras, son una oportunidad para mejorar el carácter y mantener la bondad.

Una mujer virtuosa también cuidaría el ganado de la familia, generalmente cerdos, gallinas, gansos y patos. Ella se ocuparía de todas sus necesidades y los criaría con respeto y compasión, de acuerdo con la creencia tradicional china en la armonía entre la naturaleza y la humanidad.
Como los antiguos chinos creían en las leyes del karma, sabían que hacer el bien a los demás solo podía dar buenos resultados. La laboriosidad de una dama virtuosa, unida a un corazón generoso, no podía traer más que bendiciones a la familia.
Nota: Las citas en este artículo son de la traducción al inglés de Nancy Lee Swann del trabajo original de Ban Zhao.