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Investigadores desarrollan FaceBit, un sensor inalámbrico para mascarillas y respiradores médicos

Published: 9 de febrero de 2022
Un usuario de prueba usa un prototipo de una versión con cable de FaceBit, un sensor de un cuarto de tamaño diseñado para colocarse en respiradores médicos N95 y máscaras de tela para medir datos como la frecuencia cardíaca, la respiración y el ajuste de la máscara. (Imagen: Captura de pantalla del artículo de investigación)

Los investigadores han desarrollado un sensor inteligente llamado FaceBit, que puede aplicarse a las mascarillas y que monitoriza la frecuencia respiratoria, el ritmo cardíaco y otras métricas de salud del usuario, pero que no tiene en cuenta factores esenciales relevantes en la pandemia de la Enfermedad por Coronavirus 2019 (COVID-19), como la falta de oxígeno o la eficacia contra los virus.

«Queríamos diseñar una mascarilla inteligente para los profesionales de la salud que no tuviera que estar incómodamente enchufada en medio de un turno», ha dicho el director de la investigación, Josiah Hester, profesor adjunto, en un comunicado de prensa de la Universidad Northwestern.

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El «FaceBit», es un chip relativamente voluminoso que se cuelga en la cara con el tamaño de una moneda de 25 centavos. El dispositivo se acopla mediante un imán a cualquier mascarilla, concretamente a las de calidad profesional N95, KF94 o a las de menor calidad fabricadas en China KN95.

Autoalimentado

La batería obtiene parte de su suministro de energía de los movimientos realizados por su usuario. El resto proviene de la luz del sol y del calor de la respiración del usuario, y se promociona con una autonomía de al menos 11 días antes de necesitar ser enchufada.

«Aumentamos la energía de la batería con la recolección de energía de varias fuentes, lo que significa que se puede llevar la mascarilla durante una o dos semanas sin tener que cargar o sustituir la batería», explica el profesor adjunto.

Pero incluso si consigues mantener la batería en funcionamiento durante dos semanas, las directrices de los fabricantes prescriben, no obstante, que las mascarillas N95 se sustituyan después de tres o cuatro horas de uso, como máximo, según un artículo publicado en septiembre por KSL News Radio. Así que, en cualquier caso, hay que reponer el dispositivo con regularidad.

«Si llevas una mascarilla durante 12 horas o más, a veces se te puede entumecer la cara», continuó Hester, en un aparente desconocimiento de las directrices sanitarias sobre mascarillas.

Vigilancia y retroalimentación

«Es posible que ni siquiera te des cuenta de que la mascarilla está floja porque no la sientes, o estás demasiado cansado para darte cuenta», continuó Hester. «Podemos aproximarnos al proceso de prueba de ajuste midiendo la resistencia de la mascarilla. Si vemos una caída repentina de la resistencia, eso indica que se ha formado una fuga, y podemos alertar al usuario».

El sensor se comunica mediante una conexión Bluetooth con el teléfono móvil del usuario a través de una aplicación personalizada que procesa varias métricas. Una de las características del producto es que puede alertar cuando el ritmo cardíaco del usuario es inestable, o si el ajuste de la mascarilla presenta una fuga.

«El corazón empuja mucha sangre por el cuerpo, y la fuerza balística es bastante fuerte», explica Hester. «Fuimos capaces de percibir esa fuerza cuando la sangre sube por una arteria principal hasta la cara».

Omisiones

El dispositivo no ofrece ninguna explicación de por qué el usuario tendría un ritmo cardíaco elevado. 

El anuncio tampoco aborda los principales problemas de salud que pueden producirse con el uso prolongado de mascarillas o respiradores médicos, como la saturación de dióxido de carbono y la deficiencia de oxígeno en la sangre, síndromes que pueden producirse en tan sólo unos segundos después de que el usuario se coloque la mascarilla. 

Según Hester, FaceBit ofrece un primer paso hacia la detección e inferencia práctica en el rostro. Hester también alabó con entusiasmo el aparato por ser un instrumento de monitorización «sostenible», «práctico» y «cómodo» para los trabajadores de primera línea y otros.

«Estoy muy ilusionado por entregarlo a la comunidad investigadora para ver qué pueden hacer con él», añadió.

El dispositivo no sirve para estudiar el grado en que las mascarillas pueden cumplir lo que se supone que hacen por mandato gubernamental y empresarial, es decir, disminuir los aerosoles que contienen virus -si es que lo hacen-, simplemente porque el instrumento no se construyó con un sensor capaz de detectar patógenos, y mucho menos de medirlos.

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