Una de las imágenes mágicas del verano es el paisaje rural iluminado por las luciérnagas al anochecer. Esto nos recuerda a las estrellas parpadeantes venidas a la Tierra, o incluso a las luces de las hadas, transportándonos a otro mundo de encanto y asombro. No es de extrañar que estos pequeños faros de luz tengan un significado espiritual y hayan inspirado el folclore en todo el mundo.
Como miembros nocturnos de la familia Lampyridae (derivada de la palabra griega «lampein», que significa «brillar»), las luciérnagas son en realidad escarabajos. Aunque hay más de 2.000 especies de estos insectos, no todas tienen la capacidad de producir luz. Esa capacidad se manifiesta como un proceso químico por el que ciertas especies mezclan el oxígeno con el pigmento luciferina, provocando una reacción química tan eficaz que casi toda la energía se convierte en luz.
Orígenes míticos variados
Hay tantos mitos en torno al origen de las luciérnagas como países donde se encuentran. El folclore chino sostenía que procedían de la quema de hierbas, mientras que los japoneses creían que eran las almas de los guerreros muertos que caían en batalla. La tribu apache de los nativos americanos tenía una leyenda sobre un zorro que robó el fuego de la «Aldea de las Luciérnagas» y huyó, pasando el fuego al Halcón, que luego esparció las brasas por todo el mundo, llevando el fuego a la gente.
En Taiwán se cuenta la trágica historia de una niña y su hermana, huérfanas de madre. Después de que su padre se retrasara por motivos de trabajo y no llegara a casa una noche, la despreocupada e impulsiva hermana menor salió corriendo a buscarlo sola. La hermana mayor, llamada Kim-ko, salió en la oscuridad de la noche, buscando ciegamente a su hermana perdida. A tientas por el bosque, rezó a los dioses para que la luz la guiara hasta su único hermano.
Por la mañana, los aldeanos encontraron el cadáver de Kim-ko en un charco de agua, con orbes brillantes flotando a su alrededor. Los dioses habían respondido a su plegaria, pero demasiado tarde. Había tropezado con una masa de agua y se había ahogado. Desde entonces, los taiwaneses llaman a las luciérnagas Hóe-kim-ko, literalmente «doncella de oro», en honor a su trágica heroína.
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Aunque los victorianos fomentaron una tradición según la cual una luciérnaga encontrada en la casa significaba que alguien estaba a punto de perecer, podemos tomarlo con un gran grano de sal, ya que, para empezar, eran un grupo bastante sombrío. La mayoría de las poblaciones asocian a este insecto con la esperanza y la inspiración. Los pueblos antiguos los consideraban eficaces como remedio para una amplia gama de enfermedades, incluyendo el veneno y los espíritus malignos.
Un código morse visual
Como habrás adivinado, el brillo intermitente que emiten estos escarabajos es una forma de comunicación. Las luciérnagas utilizan su brillante trasero para atraer a su pareja. El patrón de parpadeo varía según la especie, pero por lo general un macho volará de un lado a otro, señalando que está en busca de una única hembra brillante. La hembra, que no está volando, responderá con un destello apropiado si se interesa por él.
En la mayoría de los casos esto funciona de forma admirable. Sin embargo, también hay villanos en el mundo de los insectos. Una especie de luciérnaga es conocida por ser caníbal e imitar la respuesta femenina adecuada para otra especie, atrayendo al macho esperanzado para que se convierta en su cena.
También hay luciérnagas sincrónicas en ciertas zonas, como el Parque Nacional de las Grandes Montañas Humeantes. Decenas de miles de machos de Photinus carolinus se reúnen y sincronizan su destello, creando un efecto impresionante para los espectadores. Debido a la limitación del aparcamiento, solo se permite a 1.000 visitantes por noche ver las luciérnagas en su momento álgido en el popular camping de Elkmont.
Aplicaciones científicas prácticas
La reacción química responsable del encantador brillo de las luciérnagas puede tener aplicaciones prácticas en al menos dos ámbitos. Los investigadores del cáncer han descubierto que, cuando se introducen en células malignas modificadas con un fotosensibilizador (es decir, la enzima luciferasa), la luciferina (el sustrato compuesto que produce la bioluminiscencia de la luciérnaga) crea suficiente luz para destruir la célula. Como la luz se genera dentro de la propia célula, este tratamiento elimina la necesidad de utilizar láseres u otros haces de luz.
Los ingenieros recurren a la botánica en el MIT, donde han aplicado el brillo de la luciérnaga a las plantas vivas. Utilizando nanopartículas infundidas con los ingredientes adecuados para desencadenar la reacción química, estos investigadores han transformado con éxito varias plantas en lámparas vivas, con el potencial propuesto de reducir el uso de energía.
La luz que se desvanece
Aunque estas diminutas centellas siguen inspirando nuevas investigaciones, su número está disminuyendo. La mayoría de las especies, que comienzan su vida como larvas, habitan en la capa inferior de las zonas boscosas con una fuente de agua cercana. La madera muerta y la hojarasca les proporcionan alimento en forma de caracoles, babosas y gusanos durante esta etapa de crecimiento.
Cuando están listos para metamorfosearse en escarabajo, pupan en una cámara de barro bajo tierra. Los adultos emergentes tienen el único propósito de reproducirse y no se alejan de su lugar. Por eso, cuando se limpian y pavimentan estas zonas marginales, las luciérnagas se pierden, en lugar de reubicarse.
Los propietarios que deseen mantener un hábitat propicio para las luciérnagas, deben dejar que una parte de la zona boscosa permanezca natural y desordenada. Incluso si solo tienes un pequeño jardín, puedes dejar algo de materia vegetal en descomposición como alimento para las larvas de las luciérnagas, en lugar de dejar todo limpio para los vecinos. Esto también es bueno para otros insectos beneficiosos, como las abejas nativas.
Una pequeña luz en la oscuridad puede servir de signo de esperanza, de inspiración e incluso de guía. Hagamos lo que esté a nuestro alcance para preservar esa luz.