Los censores chinos están trabajando intensamente para suprimir cualquier información sobre las protestas que estallaron el fin de semana en varias ciudades, demandando libertades y el fin de los confinamientos estrictos derivados de la política «Cero Covid» implementada por el régimen chino.
Multitudes de ciudadanos tomaron el fin de semana pasado las calles en toda China, en una ola de protestas como no se ha visto desde las movilizaciones prodemocracia de 1989.
En la plataforma Weibo -una red social china similar a Twitter- las búsquedas de “Río Liangma” y “Calle Urumqi”, lugares de las protestas en Beijing y Shanghái -respectivamente- fueron desligadas de cualquier referencia a las manifestaciones.
En este sentido, en las redes sociales ya no quedaban noticias sobre las protestas.
Videos tales como estudiantes universitarios cantando en protesta y las manifestaciones en diversas ciudades desaparecieron de la plataforma WeChat y fueron sustituidos por avisos de que “incumple” las reglas o que es “contenido sensible”.
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La búsqueda en Weibo de “#A4″, una referencia al papel en blanco levantado como protesta simbólica contra la censura, también pareció haber sido manipulada para mostrar una serie de mensajes de días previos.
Asimismo, la policía estuvo activa durante las protestas deteniendo policías para retener el material grabado.
Debido a la oleada de protestas en 16 lugares de todo el país, incluyendo Beijing, Wuhan y Shanghái, los mercados chinos abrieron con pérdidas el lunes 28 de noviembre.
Con ese escenario, el Partido Comunista Chino (PCCh) comenzó a ceder. En Beijng y Guangzhou las autoridades declararon que deben permitirse salidas esenciales. Por otro lado, el uso de objetos sólidos para encerrar o aislar áreas está «estrictamente prohibido», al igual que el bloqueo de rutas de escape de incendios, según el South China Morning Post.
Hoy, el liderazgo de Xi y PCCh se encuentran acosados por graves crisis. La implementación de bloqueos draconianos «cero-COVID» y otras medidas extremas en los últimos dos años provocaron fuertes caídas económicas y generaron una inmensa ira social. En este sentido, el PCCh prohíbe las coberturas en su contra y necesita mucho de la «propaganda» a nivel global para sostener su «pantalla» de nación próspera.
Por otro lado, el PCCh siempre lleva la responsabilidad para otro lado, culpando a «fuerzas extranjeras» de todos sus problemas sociales, económicos, políticos y hasta sanitarios. Pero muchos ciudadanos comunes se están dando cuenta y se están rebelando.
Un gran riesgo
Hablar públicamente en contra del gobierno, o de las políticas impuestas por el gobierno, conlleva un gran riesgo en China. Hablar puede conducir al arresto, tiempo en la cárcel, tortura durante la detención o, peor aún, una desaparición repentina.
Miles de activistas, abogados de derechos humanos y creyentes religiosos siguen tras las rejas o bajo estricta vigilancia por tratar de defender o hablar en nombre de grupos oprimidos y marginados en el país comunista.
Las autoridades podrían etiquetar las protestas como delitos de “interrogatorio malicioso” y “provocar peleas y problemas”, un cargo comúnmente utilizado por las autoridades chinas para detener y arrestar a personas que hablan en contra de la política del gobierno.
Sin embargo, si los manifestantes son demasiados y la información llega a occidente como lo está haciendo, posiblemente el asunto se les «vaya de las manos».