A medida que China entra en el verano, el clima extremo asola la nación, golpeando muchas provincias con tornados, lluvias torrenciales, tormentas eléctricas, tormentas de polvo y granizadas, dejando calles anegadas, casas y vehículos inundados, agua de lluvia vertiéndose en centros comerciales y estaciones de metro, y cultivos destrozados por el granizo.
Calles anegadas por las inundaciones, el agua de lluvia se acumula en los edificios y las casas de los residentes se convierten en cuevas con cortinas de agua.
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