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Por qué hay que saber escuchar y 7 pasos para conseguirlo

Alina Wang
Alina Wang escribe noticias sobre China para Vision Times.
Published: 9 de enero de 2023
Un buen oyente hará que el hablante tenga ganas de hablar. (Imagen: Oleksandr Pidvalnyi vía pexels)

En la era digital actual, parece cada vez más difícil estar presente, prestar verdadera atención a las personas que nos rodean y ser un buen oyente. Con la tecnología convirtiéndose en una parte integral de nuestras vidas, una variedad interminable de información, de comunicación, comercialismo y varios medios, compite invariablemente por nuestra atención. 

Si bien la tecnología puede ser una gran herramienta para ahorrar tiempo y de gran alcance, también puede ser una espada de doble filo que acorta nuestra capacidad de atención al hacer que nos cansemos o nos sobreestimulemos. En medio de todo el ruido, queremos ser escuchados; sin embargo, somos reacios a escuchar.

Según un estudio de 2015 realizado por la Academy of Management, el 78 por ciento de las escuelas de negocios de pregrado acreditadas mencionan «presentar» como un objetivo de aprendizaje, mientras que solo el 11 por ciento identifica «escuchar» como igualmente importante. 

Las buenas habilidades para escuchar pueden mejorar cualquier relación. (Imagen: August de Richelieu vía pexels)

¿Por qué es tan importante ser un buen oyente?

Aunque rara vez se enfatiza, escuchar bien es una habilidad invaluable que puede beneficiar muchas áreas de su vida, incluidas las relaciones, el trabajo, las interacciones diarias y el crecimiento personal. 

Escuchar bien genera confianza

Es fácil hablar con un buen oyente. Las personas quieren ser escuchadas y pueden reconocer si tienen tu atención o no. Mientras que hablar con alguien cuyo enfoque está dividido es frustrante, tener un oyente atento es satisfactorio y las personas se sienten más dispuestas a compartir.

Reduce malentendidos/conflictos

Cuando solo escuchas a medias, solo recoges la mitad de la información, o la pones en el orden incorrecto, o haces conexiones erróneas… Hay tantos malentendidos potenciales que podrían evitarse escuchando con atención.

El simple hecho de no escuchar por sí solo puede llevar al conflicto. Cuando una persona está tratando de comunicar algo y usted muestra desinterés, se sentirá irrespetada. Si esta situación continúa, es posible que sientan que no vale la pena hablar contigo o que te den una dosis de tu propia medicina al no prestarte atención cuando tengas algo que decir.

Fortalece los lazos

Dado que las personas provienen de un amplio espectro de antecedentes y experiencias, estamos obligados a tener diferencias de opinión. Un buen oyente está dispuesto a dejar de lado sus propias nociones para comprender las de otra persona. Esta es la piedra angular para cultivar la empatía. 

Los oyentes empáticos se conectan fácilmente con los demás y construyen relaciones más sólidas porque muestran un interés genuino, reducen los conflictos y promueven la confianza. Escuchar bien puede mejorar la calidad de todas tus interacciones diarias, ya sea con tus compañeros de trabajo, clientes, amigos o familiares. 

Mejora la productividad y el liderazgo

Escuchar bien no solo es importante para las habilidades sociales, sino que también mejora tu capacidad para comprender y retener información. En lugar de centrarse en lo que quiere decir, un oyente atento está absorbiendo y procesando información activamente, haciendo preguntas para aclarar y haciendo conexiones importantes, todo lo cual promueve la memoria y la aplicación útil del conocimiento adquirido.

Aunque la capacidad de hablar bien a menudo se acredita como la clave para un buen liderazgo, escuchar bien es igualmente importante, si no más. Cuando estás dispuesto a escuchar a los demás, te ganas su respeto dándoles el tuyo. Al hacer el esfuerzo de comprender a los demás, fortalece sus propias habilidades y conocimientos, y con una comprensión general de una colección de puntos de vista, se vuelve más efectivo para resolver conflictos. 

Entrena tu cerebro para escuchar

Si bien las habilidades para escuchar rara vez se enseñan en la escuela, se pueden aprender; pero requiere repensar y entrenarse para adoptar nuevos hábitos de escucha.

“Cuando escuchamos activamente, practicamos la atención plena, estamos presentes con quienes nos rodean y no permitimos que las distracciones nos quiten el enfoque en lo más importante en ese momento: buscar comprensión, mostrar compasión y demostrar empatía”.

Jonathan H. Westover Ph.D, El poder de escuchar

Hay varias prácticas comunes entre los oyentes activos y empáticos que puedes imitar para mejorar tus habilidades. Intenta incorporar un nuevo hábito de escucha cada día durante una semana:

  • Compromiso de prestar atención: Puede parecer obvio, pero es importante centrarse en la persona que habla. Para evitar distracciones, comienza guardando tus dispositivos; luego, deja de lado tus preocupaciones personales, incluida la multitarea, y presta tus oídos y ojos al orador por el momento. Mantén el contacto visual, mantenga una postura atenta y evita estar inquieto o parecer aburrido.
  • Practica la escucha activa: los buenos oyentes no solo escuchan palabras, sino que continuamente procesan, comprenden e interpretan su significado. Observe las señales no verbales para ayudarlo a comprender el mensaje del orador y use señales no verbales, como asentir con la cabeza y expresiones faciales, para continuar la conversación y permitir que se desarrolle un poco de profundidad.
  • No se apresure a sacar conclusiones: es fácil hacer suposiciones acerca de hacia dónde se dirige la conversación, pero los buenos oyentes resisten la tentación de interrumpir. Interponer tus propios pensamientos y opiniones puede acabar con la conversación; así que ten paciencia y deja que el orador termine sus pensamientos antes de responder.
  • Empatizar: trata de ponerte en el lugar del orador y comprender su perspectiva. Al tomar en consideración lo que ya sabes sobre la persona y evaluar lo que te dicen sus señales no verbales, puedes desarrollar una mejor comprensión de sus sentimientos y necesidades. 
  • Sé de mente abierta: está bien no estar de acuerdo con alguien, pero trata de abordar la conversación con una mente abierta y la voluntad de aprender. Los buenos oyentes evitan criticar o juzgar a alguien por su punto de vista: ser receptivo a las creencias y entendimientos de otras personas puede ampliar sus propios horizontes. Después de todo, si todos pensáramos lo mismo, habría poco que discutir y nada que aprender.
  • No tengas miedo a los silencios: En conversaciones profundas, a veces es necesaria una pausa para que el hablante piense. Cuando surgen los silencios, muchas veces tratamos de llenar el malestar hablando; evitando que la conversación sea más profunda o se vuelva más significativa. Si bien los silencios pueden parecer incómodos, no tienen por qué serlo, y no hay razón para llenarlos con charlas sin sentido. Un buen oyente puede hacer una pregunta adecuada o decir algo como estímulo para que la persona sepa que todavía está escuchando.
  • Reflexiona sobre lo que dice el hablante: parafrasea o resume sus puntos para mostrar lo que entiendes y haz preguntas para aclarar lo que no entiendes. Asegúrate de que su respuesta sea significativa y esté relacionada con lo que dijeron. Esto demuestra que estás involucrado en la conversación y los animará a seguir compartiendo sus pensamientos.

Al seguir estos pasos, podrás dominar el arte de escuchar y volverte más empático con tus amigos, compañeros de trabajo y seres queridos, fomentando así una presencia positiva para todos los que lo rodean. 

“Escuchar es algo magnético y extraño, una fuerza creativa. Los amigos que nos escuchan son hacia los que nos movemos. Cuando somos escuchados, nos crea, nos hace desplegar y expandir”.

-Dr. Karl Menninger, psiquiatra

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Ila Bonczek contribuyó a este artículo.