Los miembros de la Federación Internacional de Natación (FINA) restringieron el 19 de junio la participación de los atletas transgéneros en las competencias femeninas. A partir de hoy, solo podrán competir los atletas que hayan hecho la transición antes de los 12 años, según informó New York Post.
El ente regulador de la natación se anticipa a los posibles cuestionamientos aclarando: «Esto no quiere decir que se aliente a las personas a hacer la transición a los 12 años. Es lo que dicen los científicos, que si haces la transición después del comienzo de la pubertad, tienes una ventaja, lo cual es injusto», dijo James Pearce, el portavoz del presidente de la FINA, Husain Al-Musallam, a The Associated Press.
“No están diciendo que todos deberían hacer la transición a los 11 años, eso es ridículo. No puedes hacer la transición a esa edad en la mayoría de los países y, con suerte, no te animarán a hacerlo. Básicamente, lo que están diciendo es que no es factible que las personas que han hecho la transición compitan sin tener una ventaja”, enfatizó.
La Asociación Profesional Mundial para la Salud Transgénero acaba de reducir su edad mínima recomendada para comenzar el tratamiento con hormonas de transición de género a 14 años y algunas cirugías a 15 o 17.
Los miembros votaron a favor con un 71,5 % en el congreso general extraordinario de la organización después de escuchar las presentaciones de 3 grupos de especialistas (un grupo de atletas, un grupo de ciencia y medicina y un grupo legal y de derechos humanos) que habían estado trabajando juntos para formar la política siguiendo las recomendaciones dadas por el Comité Olímpico Internacional en noviembre pasado .
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Como era de esperarse, la decisión que deja afuera a los atletas transgénero no fue bien recibida dentro de la comunidad LGBTQ y sus apoyantes.
La nueva política «profundamente discriminatoria, dañina y acientífica» de FINA «no está en línea con el marco (del COI) sobre equidad, inclusión y no discriminación en función de la identidad de género y las variaciones sexuales», dijo en un comunicado Anne Lieberman de Athlete Ally, una organización sin fines de lucro que defensores de los atletas LGBTQ.
FINA dijo que reconoce “que algunas personas y grupos pueden sentirse incómodos con el uso de terminología médica y científica relacionada con el sexo y los rasgos relacionados con el sexo (pero) es necesario el uso de cierta terminología sensible para ser precisos sobre las características sexuales que justifican las categorías de competición separadas».
La organización también propuso una “categoría de competición abierta”, que aún queda por definirse.
¿Qué pasará con la carrera de Lia Thomas?
Lia Thomas -de la Universidad de Pensilvania- se ha convertido en la cara más visible de este dilema.
En marzo, Lia Thomas se convirtió en la primera atleta transgénero en ganar un campeonato de natación de la NCAA, el estilo libre de 500 yardas. Previamente, había competido durante 3 temporadas en el equipo masculino, logrando resultados mediocres.
El nuevo fallo la excluiría de la competencia de élite, al menos de las competencias femeninas.
Thomas dijo el mes pasado en «Good Morning America» de ABC que aspiraba a convertirse en nadadora olímpica. También cuestionó a quienes dicen que tiene una ventaja biológica injusta que arruina la integridad del atletismo femenino, diciendo que «las mujeres trans no son una amenaza para los deportes femeninos».
El 29 de mayo, se reactivó el debate sobre Thomas, luego de que un médico concluyera que cuenta con ventaja deportiva injusta en comparación con sus colegas.
“Hay un aspecto social para el deporte, pero la fisiología y la biología sustentan que (ella tiene) testosterona equivalente a un gorila de 800 libras”, señaló el doctor de la Clínica Mayo, Michael Joyner, en un reportaje publicado por The New York Times.
El fisiólogo Ross Tucker complementó que Lia era el ejemplo de “evidencia científica” concluyendo que el haber consumido supresores de testosterona no elimina la ventaja deportiva.