La semana pasada, la entrevistadora de ABC, Juju Chang, le preguntó a Lia Thomas -un hombre biológico que se autopercibe mujer- sobre su ventaja competitiva respecto a las atletas femeninas. Thomas se encogió de hombros y respondió que ella hizo la transición para para ser feliz, no para ganar y que eso es lo más importante.
“Hay muchos factores que intervienen en una carrera y lo bien que lo haces, y el mayor cambio para mí es que estoy feliz”, respondió el atleta de la Universidad de Pensilvania, Estados Unidos.
Thomas nadó en el equipo masculino de Penn durante tres temporadas antes de unirse a la competencia femenina después de un año de descanso debido a la cancelación de todos los deportes universitarios en 2020, como resultado de las restricciones pandémicas.
“Creo que el concepto erróneo más grande es la razón por la que hice la transición”, dijo Thomas. “La gente dirá, ‘Oh, ella solo hizo la transición para tener una ventaja, para poder ganar’. Hice la transición para ser feliz, para ser fiel a mí misma”, respondió.
El 29 de mayo, se reactivó el debate sobre Lia Thomas, luego de que un médico concluyera que la deportista campeona de los 500 metros libre de la NCAA, cuenta con ventaja deportiva injusta en comparación con sus colegas.
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“Hay un aspecto social para el deporte, pero la fisiología y la biología sustentan que (ella tiene) testosterona equivalente al gorila de 800 libras”, señaló el doctor de la Clínica Mayo, Michael Joyner, en un reportaje publicado por The New York Times.
El fisiólogo Ross Tucker complementó que Lia era el ejemplo de “evidencia científica” concluyendo que el haber consumido supresores de testosterona no elimina la ventaja deportiva.
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