La influencia de China en América Latina ha desplazado en casi la totalidad a la influencia de Taiwán en la región: ahora mismo solo hay cuatro países en América que mantienen relaciones bilaterales con Taiwán, la isla que China reclama como parte de su territorio. El resto de países parece complacido con la relación comercial y las inversiones en infraestructura construidas por el “benefactor” asiático en sus países: China.
El interés de la República Popular China en la región tiene un propósito aún no dimensionado por los latinoamericanos, según expertos citados por la Voz de América, y la palabra clave para entender esos propósitos es “guerra”. Mientras tanto, Estados Unidos, que solo vigila esa creciente influencia parece no tener un plan que no sea solo a nivel discursivo, explican los expertos.
“Lo primero que debemos reconocer es que no tenemos un plan en este momento. Lo que tenemos son discusiones, pero no un plan. Y esto es un problema mayor. (…) Debemos repensar cuál es la importancia de América Latina no solo para el mundo occidental sino para el mundo en general”, explica Julio Guzmán, miembro de la Democracia Reagan-Fascell, del Fondo Nacional para la Democracia, en un evento realizado por el Instituto Hudson en torno a la creciente influencia de China en América Latina.
El experto cree que buena parte de la diplomacia en Washington no comprende que la política de América Latina no es la misma de hace tres o cuatro décadas, y que ahora la “batalla» contra China no es económica sino de “valores y de seguridad del hemisferio”, la cual puede ganarse apelando a la consciencia.
“Lo único que las sociedades en América Latina están viendo de China son los teléfonos inteligentes, los grandes puentes, los estadios, las grandes estructuras construidas por los chinos en sus países. Realmente no saben todos los riesgos como las prácticas y los casos de corrupción”, agrega Guzmán.
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Y es que la postura estadounidense frente a la influencia china en América Latina ha sido la de vigilante, mientras mantiene en vilo las relaciones diplomáticas con la potencia asiática: el tema Taiwán, la guerra rusa ucraniana y los supuestos globos espía sobre los cielos chino y estadounidense han abonado a tensionar esas relaciones.
El pasado 7 de marzo, China, por medio de su ministro de relaciones exteriores, Qin Gang, dijo que si Estados Unidos “no pisa el freno” en torno a su postura contra China, “ninguna cantidad de barreras podrá evitar el descarrilamiento que se convertirá en conflicto”.
Miles Yu, director del Centro de China —institución que evalúa la influencia ideológica, estructural y militar de ese país —, considera que América Latina tiene un rol clave en este tema, pues la región ha servido en los últimos años para que China “hiperventile el sentimiento antiestadounidense”; algunas veces replicado por los líderes de la región.
“Si alguna vez vamos a la guerra con China, y los chinos necesitan buscar opciones para operar en la región, esas relaciones, así como su presencia comercial en la región, serán muy importantes en la operación”, explica Evan Ellis, profesor de Investigación de América Latina en el Instituto de Estudios Estratégicos de la Escuela de Guerra del Ejército de Estados Unidos.
El modus operandi: el dinero
La inversión extranjera directa de China en América Latina ha crecido en los últimos años pasando de $15 millones de dólares entre 2005 y 2009 hasta superar los $79,8 millones de dólares entre 2015 y 2020, según el monitor de la red ALC-China. El experto Evan Ellis va más allá, y se atreve a asegurar que la inversión extranjera directa de los últimos 20 años ya sobrepasa los 173.000 millones de dólares, y ese aumento de inversión no ha sido la única estrategia económica de China.
«Las alianzas financieras de China en América Latina han hecho que el país asiático se convierta en el socio comercial número uno de casi todos los países de la región al sur de Costa Rica», agrega el experto.
Países ricos en recursos energéticos como Venezuela, Brasil, Ecuador y Argentina han recibido hasta 137.000 millones de dólares otorgados por el Banco de Desarrollo de China y el Banco de Exportación – Importación (Exim) de China hasta 2020.
“Para mantener la estabilidad y supervivencia en la región, primero tiene que crear una dependencia económica y tecnológica. Ese es el principal modus operandi de China en estos días. América es un mercado que proporciona una extracción de recursos muy rica”, añade el experto Miles Yu.
Según Yu, el enfoque de China hacia América Latina es el de una “inversión de capital masiva” cuyo propósito es reemplazar el papel de las instituciones financieras dominantes de Occidente, como el Banco Mundial, el Banco Interamericano de Desarrollo e incluso el Fondo Monetario Internacional.
Lo siguiente, advierte el experto, será que América Latina desempeñe un papel importante “en la guerra política y de propaganda de China y su estrategia global”.
Los expertos sostienen que China ya tiene avances en términos de conectividad eléctrica, conectividad digital, y presencia en el sector portuario de América Latina, una región que atraviesa “uno de los peores momentos, tanto en lo económico, como en el desempeño de la gobernabilidad política y en el respeto a las instituciones”, según Pedro Burelli, experto de la oficina de consultoría B + V.
Otra de las estrategias de China en la región es la «cooperación no reembolsable». Desde 2020, China mantiene en pausa los préstamos a la región. Ahora, otorga cooperación sin retorno. En mayo de 2021, China ofreció la construcción de un estadio, una biblioteca, una planta potabilizadora de agua y un proyecto de saneamiento en la zona costera de El Salvador.
En Costa Rica, también ofreció una cooperación no reembolsable por $14 millones de dólares para la modernización del Estadio Nacional. Y otros $24 millones de dólares para proyectos de desarrollo social.
Estados Unidos, vigilante
La estrategia de China en la región no ha pasado desapercibida por Washington. Un portavoz del Departamento de Estado dijo a la Voz de América que Estados Unidos no se opone a la inversión de China en la región. Sin embargo, sí hace «eco de que las acciones de la República Popular China respeten las leyes e intereses locales, en particular sobre los derechos humanos».
«Como ha dejado claro el presidente Joe Biden, Estados Unidos y China también deberían trabajar juntos cuando nos interese hacerlo, como en el cambio climático, la salud mundial y la seguridad alimentaria. Esto es lo que espera la comunidad internacional», dijo el portavoz.
Honduras ha sido el último país de América Latina en aliarse con China. Ante el hecho, el Departamento de Estado considera que es una “decisión soberana” de cada país, pero que la nación norteamericana continuará promoviendo su política de larga data de “una sola China”, pese a que desde 1978 Estados Unidos estableció relaciones con China, las cuales se han sobrellevado con altibajos.
Crédito: Voz de América