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Darwin y las lagunas de su teoría de la evolución (Parte 1)

Published: 25 de marzo de 2023
Charles Darwin y su teoría de la evolución. Imagen: Tim Bryant / Wikiversity / Licencia CC

La teoría de la evolución por selección natural se ha enfrentado a muchos interrogantes desde que Charles Darwin la publicó en su libro de 1859 El origen de las especies, la teoría contradice distintas creencias, y los descubrimientos científicos modernos han demostrado que los tres elementos que evidencian la evolución (a saber, la anatomía, la similitud de los embriones y la arqueología) carecen de fundamento. La biología molecular y la genética han demostrado además que la teoría de la evolución es imposible. De hecho, incluso el propio Darwin se mostró tímido y dubitativo cuando planteó por primera vez la hipótesis de la evolución.

No obstante, después de que se publicó El origen de las especies en 1859, atrajo rápidamente mucha atención. Karl Marx, quien había publicado El Manifiesto Comunista 11 años antes, lo adoptó y escribió en 1860 que «el libro de Darwin es muy importante y me sirve de base en las ciencias naturales para la lucha de clases en la historia».

Tanto Darwin como Marx crecieron en familias religiosas y estudiaron teología en sus primeros años. Sin embargo, continuaron estableciendo los dos sistemas ateos, la teoría evolutiva y el comunismo, respectivamente. Un monje en Mongla, Myanmar, dijo que Darwin era la reencarnación de un rey demonio. Como Marx, vino a este mundo para destruir a la humanidad. Minghui.org ha publicado muchos artículos, como «¿Por qué el ateo Partido Comunista Chino exige a sus miembros jurar lealtad perpetua?» que analizaba a Marx y el comunismo. En esta serie de tres partes, nos enfocamos en la vida de Darwin y su teoría de la evolución.

1. La vida de Darwin

Darwin nació en Shrewsbury (Inglaterra) en 1809. Tanto su padre como su abuelo paterno eran médicos. Su abuelo materno fue el fundador de la empresa de productos para el hogar Wedgwood.

Mentiras y vanidad

Aunque fue bautizado muy joven y solía ir a la iglesia con su madre, Darwin fue vanidoso desde niño y solía competir con sus hermanos por llamar la atención. Para ello, también mentía mucho.

«De pequeño era muy dado a inventar falsedades deliberadamente, y siempre lo hacía para causar expectación», escribió en su autobiografía Recollections of the development of my mind & character, «Por ejemplo, una vez reuní mucha fruta valiosa de los árboles de mi padre y la escondí en los arbustos, y luego corrí a toda prisa para difundir la noticia de que había descubierto un montón de fruta robada».

En otra ocasión, le dijo a otro niño (Leighton) que podía producir polyanthuses y prímulas de varios colores regándolas con ciertos líquidos coloreados. «…lo cual era, por supuesto, una fábula monstruosa, y nunca había sido probado por mí», explicó.

Años universitarios

Darwin pasó dos años en la Facultad de Medicina de la Universidad de Edimburgo, seguidos de tres años en el Christ’s College de la Universidad de Cambridge. Pero consideraba las clases «intolerablemente aburridas» y a menudo se dedicaba a cazar y detonar explosivos. Por ello se ganó el apodo de «Gas» y en una ocasión fue reprendido públicamente por el director de la universidad.

Más tarde, Darwin decidió estudiar en la Universidad de Cambridge y hacerse clérigo. «Pero como nunca había abierto un libro clásico desde que dejé la escuela, descubrí con consternación que en los dos años transcurridos había olvidado, por increíble que parezca, casi todo lo que había aprendido, incluso algunas letras griegas», escribió. «Por lo tanto, no me dirigí a Cambridge en la época habitual de octubre, sino que trabajé con un tutor privado en Shrewsbury, y fui a Cambridge después de las vacaciones de Navidad, a principios de 1828».

«Durante los tres años que pasé en Cambridge perdí el tiempo, en lo que a estudios académicos se refiere, tan completamente como en Edimburgo y en la escuela», explicó. Pasó mucho tiempo disparando, cazando y montando a caballo a campo traviesa. «Me uní a un grupo de amantes de la comida, entre los que se encontraban algunos jóvenes disipados y de baja moral. A menudo solíamos cenar juntos, aunque en esas cenas solían participar hombres de clase alta, y a veces bebíamos demasiado». Darwin añadió. «Mi tiempo fue tristemente malgastado allí, y peor que malgastado».

Archivos descubiertos por la Universidad de Cambridge en 2009 revelaron más detalles de la vida de Darwin en esos tres años. «Contrató a una batería de empleados para que le ayudaran con las tareas diarias, entre ellos un pinche (lavaplatos), una lavandera y un limpiabotas (alguien que limpia los zapatos)», informaba Reuters en un artículo de 2009 titulado «Los archivos arrojan luz sobre los días de estudiante de Darwin».

«Un sastre, un sombrerero y un barbero se encargaban de que estuviera bien presentado, mientras que un deshollinador y un carbonero mantenían el fuego encendido. Incluso pagaba cinco peniques y medio más cada día para tener verduras además de la ración básica de carne y cerveza en el Christ’s College», continúa el artículo.

Su padre se enfadó y le dijo: «No te preocupas más que de disparar, de los perros y de cazar ratas, y serás una desgracia para ti y para toda tu familia».

Pero Darwin hizo caso omiso de estas palabras. Él y sus amigos organizaron un debate contra los cristianos, haciendo dudar de su creencia a medio centenar de estudiantes de teología. Darwin se refirió a esos tres años en Cambridge como «los más alegres de mi feliz vida».

La teoría de la evolución

La inteligencia del cerebro humano, el misterio del cuerpo humano y la precisión de los cuerpos cósmicos no pueden ser explicados por el azar, por lo que han suscitado un intenso interés en los últimos miles de años. William Paley postuló en Teología Natural, publicada en 1802, que la complicada estructura del cuerpo humano, como los ojos y las articulaciones, debía haber sido diseñada por un Creador inteligente.

Aunque el libro de Paley le convenció en un principio, Darwin lo descartó más tarde. No creía en la existencia de la Torre de Babel ni en la señal del arco iris descrita en el Antiguo Testamento. Además, no entendía por qué Dios castigaba a la gente por sus pecados. También creía que era injusto que los animales sufrieran tanto… Basándose en este razonamiento, se podría considerar que Darwin era un defensor de los animales. La realidad era lo contrario, ya que Darwin sentía pasión por la caza y la matanza.

Según su autobiografía, de joven, Darwin «golpeó a un cachorro …simplemente por disfrutar de la sensación de poder». Le gustaba tanto disparar que dijo: «Si hay dicha en la Tierra, es esa». Es comprensible que mucha gente cace para alimentarse y/o por deporte, pero Darwin fue mucho más allá. «Mi afán era tan grande que solía colocar mis botas de tiro abiertas junto a mi cama cuando me iba a dormir, para no perder ni medio minuto en ponérmelas por la mañana», escribió.

Emma, la esposa de Darwin, era una cristiana devota. Muchas veces había instado a Darwin a revisar El origen de las especies porque, sin fe, este mundo no tendría remedio. Pero Darwin no la escuchó. De hecho, incluso Alfred Russel Wallace, amigo íntimo de Darwin, no estaba de acuerdo con que las actividades mentales humanas procedieran de la evolución.

Enfermedades de larga duración

Darwin se casó con su prima Emma en 1839 y tuvieron diez hijos: seis varones y cuatro mujeres. Pero la mayoría de los hijos enfrentaron dificultades de una forma u otra.

El hijo mayor William (nacido en 1839) era estéril; el segundo hijo George (nacido en 1845) siempre estaba nervioso y le gustaba hablar de las enfermedades de los demás; el tercer hijo Francis (nacido en 1848) sufría depresión; el cuarto hijo Leonard (nacido en 1850) era estéril; el quinto hijo Horace (nacido en 1851) siempre estaba enfermo y dependía de su madre para que lo cuidara; el sexto hijo Charlie (nacido en 1856) murió a los 2 años. La hija mayor, Anne (nacida en 1841), murió de escarlatina a los 10 años; la segunda hija, Mary (nacida en 1842), murió inmediatamente después del nacimiento; la tercera hija, Henrietta (nacida en 1843), era estéril; la cuarta hija, Elizabeth (nacida en 1847), pudo haber tenido problemas de desarrollo de niña y nunca se casó.

En sus últimos años, Darwin atribuyó estas desgracias a su matrimonio con una pariente cercana. Emma, en cambio, creía que los sufrimientos de sus hijos eran consecuencia de la falta de respeto de su marido hacia Dios. De hecho, los matrimonios entre parientes cercanos como el suyo no eran infrecuentes en la Europa de la época. Pero pocos de ellos tuvieron tales problemas con su descendencia.

Tres años después de que Darwin empezara a escribir El origen de las especies, contrajo una extraña enfermedad. A menudo sufría náuseas, vómitos, palpitaciones, inflamación de la piel, insomnio, dolores de cabeza, dolor de estómago, úlceras bucales y otros síntomas. Como consecuencia, sólo podía trabajar dos o tres horas al día.

Sin embargo, cuando llegaban los médicos, los síntomas desaparecían y no se podía diagnosticar ninguna enfermedad. El padre de Darwin era médico, pero tampoco tenía ni idea. Durante las varias décadas que transcurrieron desde que Darwin manifestó por primera vez esos síntomas, vio a más de 20 médicos de renombre, pero ninguno pudo ayudarle.

Para aliviar el dolor, Darwin probó tratamientos con agua, remojándose en agua fría o durmiendo bajo una manta húmeda y fría. De vez en cuando, se envolvía en alambre de cobre o de zinc empapado en vinagre, con la esperanza de desviar el dolor mental al dolor físico. Pero eso apenas le ayudó. Falleció en 1882.

(Continuará)

Artículo publicado originalmente en Minghui.org