El jueves 10 de febrero, después de tres días de protestas en el recinto del Parlamento neozelandés, inspiradas en las protestas del Convoy de la Libertad que están teniendo lugar en Canadá, la policía de Wellington detuvo a más de 120 manifestantes, informó ABC News.
Las detenciones se produjeron después de que el presidente del Parlamento, Trevor Mallard, cerrara el recinto, lo que permitió a las autoridades acusar a los manifestantes de allanamiento. La policía empleó la ayuda de más de 100 agentes adicionales de otras partes del país.
Muchos de los arrestados, que instalaron tiendas de campaña en los terrenos del parlamento, fueron acusados de allanamiento de morada y de obstrucción.
La superintendente Corrie Parnell, comandante del distrito de Wellington, dijo: “La policía ha pedido repetidamente a los manifestantes que abandonen los terrenos y ha comenzado a desalojar a las personas del recinto. Si bien la policía reconoce el derecho de las personas a protestar, esto debe llevarse a cabo de una manera que no tenga un impacto injusto en el público en general”.
Las protestas se formaron el martes y vieron a más de 1.000 personas, así como numerosos vehículos, inundar el Parlamento de Nueva Zelanda, sin embargo, las multitudes se redujeron a un par de cientos de manifestantes el jueves.
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Algunas calles alrededor del parlamento se vieron obligadas a cerrar debido a la disidencia y la Biblioteca Nacional y muchos cafés y bares de la zona cerraron sus puertas durante la protesta.
Las quejas de los manifestantes incluyen la oposición a un mandato de vacunación para maestros, médicos, enfermeras, policías y militares, así como mandatos de mascarillas en las tiendas y entre los niños mayores de ocho años en las aulas.
Si bien Nueva Zelanda se salvó de lo peor de la pandemia, habiendo registrado solo 53 muertes por virus entre su población de 5 millones, el país implementó algunas de las medidas de salud de COVID-19 más estrictas de cualquier nación desarrollada.
El país cerró sus fronteras, implementó bloqueos estrictos y encarceló a sus ciudadanos en instalaciones de cuarentena.
Sin embargo, el país se está cansando de las restricciones. Con aproximadamente el 77 por ciento de los neozelandeses vacunados, muchos creen que es hora de avanzar, poner fin a las medidas sanitarias y aprender a vivir con el virus.
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